Los dos primeros Dead Island (el original y Riptide) eran juegos que, si bien tenían sus fallos, resultan tremendamente divertidos y adictivos en su mecánica. Entonces, no debería ser muy difícil encontrar el modo de hacer un spin-off que agrade a los fans de la saga. Pero Fat Shark, los desarrolladores de este juego, no han tomado el camino fácil. Han querido hacer algo muy diferenciado, y bueno… el resultado es el siguiente.
Dead Island no tiene demasiada historia, la verdad. Si no exploramos demasiado los escenarios, simplemente somos unos supervivientes que intentan escapar de una isla invadida por zombies. Pero si recogemos los documentos, recortes y grabaciones que hay dispersos por ahí, vemos el trasfondo de la historia, una especie de guerra entre corporaciones que desemboca en ese brote del virus que arrasa Banoi y sus alrededores.
Escape Dead Island va de eso: de narrarnos los orígenes de todo. En la piel de Cliff Calo, un estúpido universitario cuya única preocupación es emborracharse, y que decide emprender un viaje suicida a una isla infestada de zombies para agradar a su exigente padre, intentaremos esclarecer las cosas. Y digo intentaremos, porque… no es que lo haga. Supuestamente esta «narrativa de orígenes» es el punto fuerte del juego, pero la realización es tan desastrosa que queda en nada.
¿Por qué? Bien… para empezar, los eventos del juego no encajan en absoluto con los de los dos anteriores. Vemos aparecer a un personaje de los mismos… algo completamente imposible si tenemos en cuenta el final de Riptide. Durante el juego, vamos asistiendo a la progesiva locura de Cliff… algo que intentan utilizar para tapar enormes fallos argumentales… sin éxito. Los personajes que aparecen son irritantes y deseamos que sean alimento de zombie a cada segundo. El doblaje es tan descuidado que dos de los tres personajes femeninos que aparecen están doblados por la misma actriz sin el menor esfuerzo de diferenciación, y en algunos momentos las dos nos hablan por radio y es completamente imposible distinguir cual de las dos es la que habla. Por todos estos fallos y más, llega un momento en el que simplemente nos dedicamos a saltarnos las escenas de vídeo y seguir jugando.
La jugabilidad tampoco tiene mucho que ver con Dead Island, si no que nos encontramos ante una aventura en tercera persona con toques de sigilo y mecánicas metroidvania muy limitadas. Mientras en el original podíamos utilizar montones de armas, mejorarlas o combinarlas, aquí tenemos 4. Mientras allí podíamos masacrar cientos de zombies, aquí, enfrentarnos a más de 3 o 4 significa la muerte. Pero, ¿sabéis qué? Es divertido. No por sus nefastos intentos de humor, si no que la jugabilidad es divertida. Si bien el combate cuerpo a cuerpo puede llegar a ser frustrante y molesto por sus limitaciones, el sencillo sistema de sigilo nos picará a avanzar sin ser vistos.
El apartado gráfico es muy resultón, con ese cell shading que denota bastante personalidad. Por desgracia hay algunos bugs gráficos y de sonido que lastran algo la experiencia. Como hace con la historia, también se pasa bastante por el forro el funcionamiento del virus que vimos en los juegos principales, y añade algún tipo de zombie nuevo al conjunto.
Bien… en resumen. Escape Dead Island es un juego muy difícil de definir. Desde luego, no recomendaría pagar su precio de salida por él. Es corto, y poco pulido. Si alguien quiere aclararse en la historia de Dead Island (como si hubiese modo de aclararlo), me iría olvidando… te deja como al principio. Pero, si lo encontráis en una buena oferta y os gusta el género del sigilo u os atrae su aspecto gráfico, podéis darle una oportunidad y encontrar la diversión que esconde bajo ese envoltorio tan feo.
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