El otro día, jugando a Charlie Murder, tuve grandes recuerdos de este juego, probablemente el primer beat-em-up que jugué, que poseía unos primitivos toques de RPG y un divertidísimo modo cooperativo para dos jugadores.
Street Gangs, conocido en América como River City Ransom, es la versión «occidentalizada» de Downtown Nekketsu Monogatari, de Technos, publicado en 1989 para NES. En ella, manejamos a esos encantadores manojos de píxeles que eran los hermanos Alex y Ryan, dos alumnos de instituto que la emprendían a golpes con una serie de bandas para rescatar a sus novias. Pura historia de videojuego de la época.
Street Gangs era un juego visionario para su época. Los personajes tenían un rudimentario sistema de estadísticas que podíamos manejar y mejorar, dándole cierto toque rolero, y además sus características no lineales nos permitían recorrer una especie de «ciudad abierta», enfrentándonos a algunos jefes finales optativos o con cierta libertad a la hora de elegir su orden. En 1989, cuando la mayoría de juegos eran básicamente lineales, era mucho decir.
En el apartado jugable, pasábamos mucho tiempo machacando botones para que nuestro protagonista machacase las caras de los enemigos (los cuales por cierto eran en muchas ocasiones los mismos que los jugadores del mítico Nintendo World Cup, también de Technos). El sistema de combate era muy similar al de otros clásicos como Double Dragon, aunque con el añadido de las estadísticas de personajes y un amplio surtido de armas con las que partir jetas. Puños americanos, cadenas, neumáticos, cubos de basura e incluso enemigos inconscientes servían con tal de apalizar a todo bicho viviente.
La mayor diversión de Street Gangs venía en su modo cooperativo, que nos permitía completar la historia con un amigo… o directamente liarnos a tortas en cualquier escenario como en un juego de lucha 1 Vs 1. Horas y horas de un juego que era pura diversión y plagado de profundidad para la época nos esperaban en este cartucho de NES que luego fue convertido a PC Engine, e incluso a Game Boy Advance en 2004.
Aunque en su momento el juego no tuvo demasiado éxito fuera de Japón (no así dentro, donde engendró un montón de secuelas que nunca salieron de las fronteras niponas), con el tiempo, debido a su humor, diversión y esas características que le adelantaban a su tiempo, se ha convertido en un clásico de culto, que incluso ha influenciado al reciente Retro City Rampage. Tras múltiples intentos de una secuela, parece que finalmente habrá una para PC en 2014, que, esperemos, mantenga el encanto de aquel juegazo de la infancia de muchos.