«The Bureau» pasó por mil y un cambios y calvarios hasta salir a la venta. Desde aquel primer tráiler presentado en 2010 que nos mostraba un misterioso FPS ambientado en el universo XCOM hasta el definitivo shooter táctico en tercera persona que llegó al mercado hay mucha diferencia. Y ahora que el juego está en nuestras consolas, las opiniones sobre el mismo son muy dispares, pero la balanza se inclina hacia el «no está a la altura».
Pero, en mi opinión, lo está.
The Bureau asume un gran riesgo al intentar hacerse un hueco en un mercado bastante saturado en esta generación como es el de los shooter en tercera persona. Hay bastante donde elegir y mucho nivel, por lo que debe ofrecernos algo nuevo para ganarse nuestro favor.
Principalmente, esa novedad viene dada por su ambientación. 1962, en plena Guerra Fría, asistimos al origen de la organización XCOM, inicialmente creada con la función de coordinar el ejército americano en caso de una invasión soviética. El problema es que dicha invasión no llegará de la URSS… si no del espacio.
Nosotros seremos William Carter, un agente de XCOM que, tras perder a su familia, se ve envuelto en esta guerra interplanetaria. Carter es un tipo duro, uno de esos protagonistas renegados, héroes a su pesar, que tanto nos gustan. Su fiereza en combate hace que pronto sea nombrado comandante, y eso nos permite afrontar las misiones con un escuadrón de compañeros a los que dar órdenes, reteniendo ciertas características de la saga principal y su estrategia.
¿El resultado de esta mezcla? Para entendernos, The Bureau funciona de un modo similar a Mass Effect, aunque más lineal y con un toque rolero básicamente anecdótico (sólo tenemos un par de atributos entre los que elegir). El cuartel general de XCOM nos recuerda a la Normandía, ya que podemos recorrerlo, hablar con otros personajes, y con un mapa nos desplazaremos por los EEUU completando misiones principales y secundarias.
Esas misiones básicamente son avanzar y exterminar, y el combate es casi idéntico al de los Mass Effect. Nos cubrimos, disparamos, y mediante un menú radial usamos poderes o damos órdenes a nuestros soldados. Soldados que, por cierto, como ocurre en los XCOM de estrategia, perderemos si mueren. Lo malo es que esta característica queda algo anulada si tenemos en cuenta lo fácil que es subir de nivel a nuevos soldados, por lo que apenas nos afectará si perdemos a alguno.
Tiene sus partes negativas, como que la poca variedad de enemigos lo hace algo repetitivo, fallos de IA y que no cuente con un modo cooperativo que juegos como este piden a gritos, pero queda compensado con su gran ambientación, su diversión y la posibilidad de conocer los orígenes de XCOM. Si buscamos un juego similar a los de estrategia, nos decepcionará, porque tiene poco de ésta, pero si simplemente queremos un buen juego de acción, con grandes detalles de diseño (genial cómo viene la carátula con un plástico externo que simula censura de documentos), con una ambientación e historia bastante originales y que ofrezca un pequeño soplo de aire fresco al género, no nos arrepentiremos.