Psicodelia, Trajes Blancos, y Muchísima Sangre
Hotline Miami, aunque lo parezca, no es para nada retro. Es el debut con el que se estrenaron en 2012 los dos suecos que formaron Dennaton Games. Fue un exitazo, e incluso recibieron nominaciones a mejor juego del año. ¿Y por qué algo creado con Game Maker iba a ser juego del año? Quizás porque es lo que llevamos deseando jugar desde los 80 y que ni siquiera Rockstar ha logrado concebir.
MÁTAME, PERO QUE SEA RÁPIDO
Este título tan peculiar lo protagoniza Jacket, un sujeto que recibe llamadas en clave que le empujan a presentarse a cierta hora en un edificio concreto y asesinar a todo el que lo ocupe, generalmente miembros de la mafia. Entre misión y misión sufrirá alucinaciones que irán agravándose y cobrando sentido según avance la historia, y para ocultar su identidad usará misteriosas máscaras capaces de otorgarle ventajas sobre sus enemigos. Quedan por tanto tres incógnitas: quiénes están detrás de las llamadas, qué propósito tienen los asesinatos, y quiénes son las personas que aparecen en sus alucinaciones.
Como se puede ver en el vídeo, una de las mayores y más notables gracias que tiene Hotline Miami es que desde que mueres hasta que vuelves a tomar el control para intentar no morir de nuevo, pasa literalmente un solo segundo.
En casos como éste no tienes apenas tiempo para frustrarte. Has muerto de una forma rápida y muy sangrienta, y antes de que puedas deprimirte por lo terriblemente manco que has sido, ya tienes de nuevo a tu protagonista esperando que le lleves a sacarle las tripas pixeladas al calvito gracioso que te humilló hace un segundo.
Es pura furia, como jugar a un Hitman con gráficos de la Game Gear de Sega al doble de velocidad y con una dosis decente de ácido. Es un no parar, y engancha como una mala bestia. Las muertes son rápidas, los niveles cortos, desbloqueas nuevas armas acorde con tu puntuación, y los enemigos tienen cierto toque de imprevisibilidad. Esto se traduce en un juego que te hace sentir recompensado con frenesí, y te robará tanto tiempo adicional de cada sesión como esos amigos granujas del bar que te invitan a una bebida más cuando estás despidiéndote de ellos por quinta vez.
Aparte de la mezcla de colores “horteras”, el fondo de la pantalla va cambiando de colores gradualmente y la perspectiva va ladeándose de un lado a otro como si estuvieses a poca distancia de perder el conocimiento, uno de esos toques psicodélicos que no recomendaría combinar con drogas a riesgo de vomitar encima de tu PC, Dualshock 3 o PS Vita.
ESTE JUEGO ME RECUERDA TANTO A LOS OCHENT-¡HIJO DE P&%@ Cª84#Ç, TE VOY A…!
Cabe la posibilidad de que jugando a este juego, solo o en compañía, hagas alarde de tu alma de poeta ibérico siendo más malhablado que la loca del pueblo dando a luz a trillizos. O quizás seas una de esas personas que a contra de ser soez elabore comentarios que, prescindiendo de vulgarismos, te lleven a inventar nuevas formas de comunicación que harán de ti una celebridad en Twitter o en Vine.
Este juego es fantástico para jugar en compañía, es tan divertido verlo como manejarlo y su historia sorprenderá a más de uno que, como hice yo, esperará un argumento más típico y menos trabajado.
Los colores cantosos, los personajes diseñados feos tan a propósito como Fuckencio, las conversaciones de yonki que tienen entre ellos tan propias de películas ochenteras y noventeras, y contrariamente alguna fuente o una plantita de hospital que, ¡válgame el cielo! Se ve muy bonita, ¿no?
Adicionalmente, a todo esto se le une una banda sonora de lo más poco común en un videojuego actual, y cada tema se adhiere a la jugabilidad de tal forma que cabe cuestionarse si adaptaron la imagen al sonido o al contrario. Es el tipo de música electrónica simple capaz de hacerte entrar en la dinámica que cualquier tarea requiera y no despegarte de ella durante un buen rato; música rota que “atonta”, hipnotiza y te convierte en su esclavo hasta terminar el nivel.
Hotline Miami puede ser breve de explicar, y cada explicación puede repetirse de un montón de formas que harían a cualquiera sospechoso de consumir regularmente LSD. Por ello, no es un juego del que merezca la pena hablar extensamente, a menos que estés jugando en ese mismo momento y puedas enganchar a tus oyentes dentro del remolino de colores que quizá transforme a algún pobre desafortunado en Rick James.
Moraleja: Juega en compañía, pásalo en grande, y di NO a las drogas y a las llamadas telefónicas de desconocidos.
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