En 1907 Duncan McDugall llevó a cabo un experimento que consistía en colocar a un enfermo terminal de tuberculosis sobre una báscula, pasadas 3 horas y 40 minutos y en el momento en el que el paciente exhaló su último aliento, su peso descendió unos 21 gramos. Ese es el valor aproximado que se concretó que pesaba el alma.
Hay quien dice que el 90 % de nuestra vida ya viene escrita de antemano y que poco de lo que vivimos esta dejado al azar, pues todos somos piezas interconectadas de un plan divino universal.
Si nuestro nacimiento es una fecha especial, la de la muerte también esta predispuesta por nuestra alma, pero entonces y en raras ocasiones una muerte prematura tambalea ese plan, impregna de dolor el lugar de los hechos atrayendo a más almas en pena a los que predispone a un fatídico final.
Sakurai y Amano se encargan de recuperar la piedra que esconde el alma de aquellos que van a fallecer antes de su hora, pudiendo o no variar su infortunio y evitar así que contaminen las estancias y lugares con el dolor y desesperación y formen así una cadena de desolación interminable.
Ellos aparecen en estos lugares para limpiar los restos corrompidos de las almas, y además acaban topándose con personajes de lo más variopintos, sin juzgar, ellos realizan su misión, pero a veces y en ocasiones muy contadas se involucran más allá de la cuenta.
Livingstone, guionizado por Tomohiro Maekawa y dibujado por Jinsei Kataoka, autora del dibujo de la exitosa Deadman Wonderland. Publicado en la revista Morning de Kodansha el manga acabó el pasado año 2015 con cuatro volúmenes en su haber.
Esta misma semana la editorial MilkyWay nos la ha acercado a las librerías de nuestro país. Sin duda una de las licencias seinen más destacables de los últimos tiempos donde lo cotidiano y lo sobrenatural van cogidos de la mano de forma excelente.