Eidos Montreal se han propuesto resucitar a lo grande famosas sagas de acción y sigilo. Después del aclamado Deus Ex: Human Revolution de hace tres años, ahora nos traen Thief, una puesta al día de la mítica saga de simulador de político sigilo y robo creada por Looking Glass Studios en 1998. Diez años después de su tercera entrega, Thief supone un reboot para la saga que desembarca en consolas de nueva y pasada generación, así como en PC.
Pero las cosas en el panorama videojueguil han cambiao, y la propia saga Thief, con su ambientación steampunk fantástica, engendró un «hijo ilegítimo» llamado Dishonored, que ha dejado el listón del género del sigilo muy, muy alto. Y, si bien en su momento, Thief era una experiencia revolucionaria y prácticamente única, ahora tiene competencia. Así que, la pregunta es: ¿Es Thief capaz de plantar cara a sus «descendientes»?
Una cosa está clara: Thief sigue siendo una propuesta muy original, aún a día de hoy. Hay juegos en los que debemos cometer robos, sí (Payday 2, GTA V…), pero ninguno que nos permita ser un sigiloso experto en robos en una ciudad medieval con toques de fantasía y tecnología anacrónica. Por desgracia, esa unicidad, que en principio es algo bueno, juega en su contra en algunos sentidos.
Me explico: Thief es «un juego de robar y ocultarse en las sombras», y eso se traduce en una jugabilidad que termina haciéndose limitada: las misiones básicamente consisten en infiltrarse en lugares diferentes hasta encontrar un «gran botín», recogiendo todos los objetos de valor que encontremos por el camino. Esto se traduce en: recorrer los escenarios buscando en cada rincón objetos valiosos, desactivar trampas, robar a enemigos, abrir cerraduras… algo que con el tiempo se vuelve un poco repetitivo, aunque tenemos algún momento scriptado de acción que dota al conjunto de algo más de variedad.
Otra de esas limitaciones que impone el propio concepto es la de los escenarios. La ciudad, que es el «mundo central» del juego, es tan enrevesada y similar en sus calles que desplazarse entre las diferentes misiones se vuelve tedioso, especialmente cuando tenemos que esquivar por enésima vez al mismo guardia que hace la misma patrulla en la misma calle. Los escenarios de las misiones principales y de las «secundarias grandes» son más variados (un burdel, unas catacumbas, una prisión, una fundición, etc…), pero al estar bañados en sombras, terminamos sintiendo que no hay tanta diferencia entre ellos.
El enfoque de «mundo abierto» que han intentado darle al juego es bastante tímido y poco acertado: la ciudad, más que un «mundo enlace» desde el que entrar a las misiones, es un engorro. Es caótica, dividida en demasiadas partes separadas por tiempos de carga bastante largos, y además el mapa es confuso y poco útil. En resumen, navegar por la ciudad es la peor parte del juego, algo que debería haberse hecho de otra manera… o no haberse implementado.
Con todo esto que comento, parece que mi impresión es negativa, pero, al contrario. Si miramos más allá de estos defectos, si nos centramos en las misiones principales y en las «de cliente», que son las más elaboradas de las secundarias, es donde encontramos los mejores momentos del juego. En estas misiones se nos indica qué debemos robar, se nos ofrece una idea general de dónde se puede encontrar el objeto, y, a partir de ahí, somos libres para llegar al mismo.
Si bien los escenarios son, a grandes rasgos, lineales, su diseño es buenísimo, y la gran cantidad de alternativas que se nos ofrecen para afrontar las situaciones dan una sensación de apertura mayor de la que realmente hay. Como ocurre en los dos juegos similares antes mencionados, Deus Ex y Dishonored, podemos elegir entre una aproximación más directa y letal (ojo, porque es la opción más difícil, ya que nuestro personaje, intencionalmente, no es muy diestro en combate), usar las habilidades de parkour y escalada para encontrar entradas altas a los edificios, saquear los escenarios en busca de combinaciones, llaves o pasadizos secretos, o escuchar a los guardias hablar y robar sus bolsas para encontrar los puntos débiles o entradas menos vigiladas. El juego nos ofrecerá diferentes premios basándose en nuestro estilo, así que hay cierta rejugabilidad en ello.
Las habilidades de Garrett no son demasiadas: podemos usar un arco con diferentes tipos de flechas para apagar fuegos, activar interruptores, crear puntos de escalada o incendiar zonas, podemos usar una porra para defendernos o noquear a los enemigos en silencio, podemos correr, saltar, escalar o deslizarnos entre las sombras, podemos utilizar bombas de humo para huir sin ser vistos, y podemos forzar cerraduras, abrir ventanas y demás. Además, contamos con la «concentración», un modo que nos permite destacar los objetos y trampas del entorno. Pero con estas pocas herramientas, se consigue una mecánica de sigilo bastante compleja y disfrutable.
La versión que he probado es la de Xbox One, y aunque técnicamente no luce, principalmente por la abundancia de oscuridad, y porque el Unreal Engine 3 ya comienza a quedar un poco desfasado, encontramos detalles muy buenos en algunas texturas y, sobre todo, la iluminación, que juega un papel muy importante. El sonido está muy bien conseguido, siendo también muy importante, avisándonos de la cercanía de los guardias, de su estado de alerta… y no puedo dejar de destacar el logradísimo doblaje al castellano, uno de los mejores trabajos en ese sentido que he podido disfrutar últimamente. Además, según mis compañeros, la versión de PS3 y Xbox 360 está especialmente cuidada, a diferencia de lo que suele pasar en estos juegos «intergeneracionales», así que es un producto muy a tener en cuenta en dichas consolas.
En resumen, Thief es un muy buen juego, pero no se hace con el trono de un género del que una vez fue pionero. La sensación general que me queda es que Deus Ex: Human Revolution y, sobre todo, Dishonored, siendo los juegos más similares a este, son algo superiores, debido a las limitaciones que el propio concepto del juego impone. Pero si habéis jugado a ambos y tenéis más ganas de un buen juego de sigilo, más puro que aquellos, algo más sesudo y reflexivo, Thief es una gran opción. Es un buen reboot, con algunos fallos que lastran un poco la experiencia, pero muy bueno como punto de partida, de cara a una hipotética secuela que podría volver a llevar a Garrett y sus artes para el latrocinio a lo más alto.
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